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Mostrando entradas de marzo, 2006

Desconectada por impago.....

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El brazo de Nelson fue enviado puntualmente, por el "hampa express", a la casa de su hermana en Illinois. María Rodríguez decidió guardarlo en el congelador, por si a su regreso de La Modelo fuera posible el implante. Desgraciadamente, el apagón de 1980 (debido según los comunicados oficiales a una pequeña avería en la Braindwood Nuclear Plant) dio al traste con el miembro. En Lafayette Boulevard, junto a la fábrica de chocolates, Nelson conservó su casa empolvada con año y medio de prisión. La vuelta fue dura, como lo es la vida, el no tener dientes a los 40 años y vivir en un estado "pobre" en política social de sanidad. Como el licor de extraperlo Lewi era mucho más económico, se aficionó a pasar las noches etílicas con los hermanos Lewi, entre los gases y alambiques, administrando su recuperada libertad a base de tragos largos y amargos. Fue idea de Jack el diseñar un nuevo brazo articulado para Nelson; sintetizando sus bastos conocimientos en metales y mecanism

Caramelitos de Chocolate

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En la esquina con Lafayette Blvd, justo detrás del Desert Tortoise, se inauguraba la fábrica de chocolates ("endulzando su vida desde 1963", reza el oxidado eslogan), el mismo año en que los Tigres de Detroit ganaron, cinco carreras a tres con un espectacular jonrón, a los Cachorros de Chicago. Aunque se conserva parte de la estructura, el solar se utiliza como vertedero, así, los Lewin aumentan su eficiencia y eficacia en el tratamiento de residuos; suelen aprovechar las noches oscuras y las farolas rotas para descargar los plásticos, hidrocarburos y peróxidos a punto de fusión. La fábrica se fue al tacho por los caramelitos de chocolate... la última ocurrencia de Nelson Rodríguez. Con el boom de los sesenta, el mercado de tetrahidrocannabinol se expandió al mismo ritmo que el hampa. Nelson quiso aprovechar el repunte de finales de los setenta y diversificar sus productos, de esta forma, junto a las importaciones de cacao, y por cortesía de Avian Airlines, Nelson introducía

Lewin Brothers.

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Cerca de la interestatal 75, en la Avenida Jefferson con la 2nd; los hermanos Lewin tienen, desde hace años, el mejor desguace de Detroit; consiguen "las mejores piezas al mejor precio". Bob trabaja en la oficina, deja su Mustang Fastback del 67 justo en la puerta para no mancharse los zapatos italianos del 82, se ha quedado en otra década:lo demuestran sus pantalones raya diplomática, los tirantes a juego con la polución y el sombrero de loden, reivindicando no sé que ascendencia austríaca: lo cierto es que nadie de la familia Lewin ha viajado nunca a Europa; ni Bob ni Jack, los dos últimos Lewin de Detroit. Debajo del mono grasiento, Jack se ensucia desde las siete hora Este. Eligió el nombre "Desert Tortoise" para el desguace en honor a la tortuga de Bob; se la había cargado con una dosis letal de licor marca de la casa, destilería marca Lewi, escondida trás las máquinas de prensado, en el hangar de planchas metálicas cerrado con cadenas, donde los vapores metíl

La tela de araña.

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Los servicios: al fondo, a la derecha. El club se anima y necesito estimulantes; el sabor agrio congelando la garganta; el corte, de procaína. El "flash" me cierra los ojos y empuja hacia atrás la cabeza abriendo las vías. Dilatación de pupilas. Estoy lista. El piano suena como nunca. Hoy toca Bolling; cuando entra la travesera el ritmo cardíaco se acelera, las mandíbulas tensas apresan todas las palabras... esnifo hasta el silencio, hasta que sólo queda la música. El bajo lía telarañas, las cuerdas vibrantes envuelven los cuerpos. Vuelo. Y caigo en picado, a una pista de emergencia sin tren de aterrizaje. Es hora de hablar con Zwan, consigue quaalude de calidad; las horas son segundos en su boca; el pecho se inflama, ni espacio ni tiempo. Esta mierda sí que es buena. Powered by Castpost

Cuestión de Talento.

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En un viaje de Viena a su Alemania natal, Johann Georg comparte departamento de ferrocarril con Unica Zürmm; sería el año 1808. Esta extraña coincidencia y la charla que se mantuvo durante el trayecto darían lugar a uno de los acontecimientos más importantes en la Europa del XIX. Unica Zürmm, primógenita del famoso explorador Friedrich Zürmm, regresaba de su último viaje a China. Había partido del Magreb en un intento de emular la ruta mítica de rey Aladino. Sus descubrimientos la traían de vuelta a Alemania, escribía un ensayo sobre el Imperio Manchú; un trabajo ambicioso que requería de talento. Además, aprovechaba para conseguir adormidera pura, muy eficaz en los casos extremos de migraña como el suyo. Johann Georg escuchaba ensimismado. Tras dos años de intentos fallidos en la promoción de su nuevo invento, la "frankfurter", se encontraba arruinado y sin ánimos. Al atardecer Unica compartía su licor de flores y Johann sus decepciones; finalmente salieron las risas etílica

La abuela Wilfreda.

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La abuela Wilfreda es una vieja verde pervertida; sueña con volver a Cuba y recuperar el tiempo perdido a golpe de dólar. Mientras, se contenta con clavar miradas lascivas y aprovechar los roces en el ascensor; se pone particularmente contenta cuando coincide con el vecino del cuarto derecha. Ella le coge el brazo como para ayudarse con los años , en cuanto puede, desliza la mano hasta las nalgas y aprovecha la lentitud cerebral del varón: confusión, perplejidad, miedo, risa. Comentan que de joven era una belleza; los hombres a pares ahora son arrugas. El recuerdo de tantos sexos la mantiene viva pero ella preferiría uno real y morir de gusto. Mata las ganas y los días a puros, cubanos, claro. El humo le sabe a cañaveral y a negro habano.

Algo... personal.

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Lucrecio Malasangre tiene una reputación endiablada, llega antes que él para cerrar las bocas a ostias. Provoca esa reacción de mirada al suelo sin perderle de vista, entre respeto y miedo. Lo mejor es apurar la copa y despejar la barra. Pide Macallan y espera a alguna de las chicas; esta noche el club está lleno así que, Malasangre alarga el trago a ritmo de Pastorius. Parece que la temperatura sube, es el segundo whisky y necesita acción, un gesto con el índice y Paulova se acerca fría, gris bajo el maquillaje. Ebrios tras horas de jazz, la pareja sale a negociar las sábanas, el cuarto de hotel no está lejos, los pasos tambaleantes y las manos bajo la ropa. La habitación 103 se cierra, al rato se escucha el sexo, primero torpe después cadente hasta el espamo. Para qué hablar, pero las mujeres no callan nunca, nunca aprenderán... - ¿A qué te dedicas?, se escuchan historias raras sobre ti. - Ahora mismo a joder (se ríe), estoy en una fase creativa -y los ojos se le iluminan, Malasangre

De flores y estrellas

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¡Cuántas veces me lo habías dicho!: ... "de mayor seré astronauta y jardinero"; pero no entendía qué clase de flores cultivarías en la luna, cómo resistirían la falta de gravedad pistilos y bulbos, cómo abonar con polvo de cometa la tierra selénica antes inerte, de dónde tomarías el agua neceseria para florecer y "cogollar" . Pequé de incrédula, lo conseguiste: ..."mañana me voy, está todo preparado"; pero no entendí por qué dejar la vida pedestre; por qué tus ojos miraban ausentes, atravesándome el espacio, Nubes de Magallanes; no entendí cómo el hilo fino que nos unía seguiría intacto al cumplirse tu sueño, de volar y germinar. Me dejaste tras el perímetro de seguridad que dispusiste para la lanzadera; con lo ojos bien abiertos y el corazón bombeando a 1000 newtons: 4, 3, 2, 1 ... 0.