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Mostrando entradas de junio, 2006

Cucarachas nº 2.

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Las mañanas son confusas tras una noche de borrachera. Pasó lista a sus cosas, estaba todo, el bolso, los zapatos, la ropa y un par de cervezas vacías adornando la alfombra. Seguramente Camila se acostó bebiendo. Intentó levantarse, le dolía todo el cuerpo de los días de viaje, de los jhonnies-cola. La lluvia pesada seguía cayendo, olía a tormenta. La cosa no empezaba mal, primera noche en la ciudad y ya tenía trabajo; limpiaba el club antes de abrir y de vez en cuando ayudaba en la barra por 20 euros la noche más propinas, pronto fueron muchas, crecieron al ritmo de su escote. Poco a poco se fue acostumbrando al humo espeso de las horas ebrias, a la plaga de cucarachas que se colaban por las rendijas de los sumideros, las grietas del almacén, por entre las neveras y las botellas de cola que luego mezclaba con jhonnie. Camila mata cucarachas con la misma pasión con la que despacha pretendientes, indispensable la mirada de desprecio, la víctima ha de saber que no habrá compasión, que su

Cucarachas nº 1.

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El tren se detuvo en la última estación, los pasajeros recogieron sus bultos y salieron unos detrás de otros, bajando del vagón en fila para formar luego una manada hacia la salida: los primeros consiguen un taxi mientras los demás esperan, fumando cigarrillos light. Camila decidió caminar hasta el hostal más próximo, le crujía el estómago, protestaba por las horas de retraso y los 2 días sin comer. Recordó el momento de hacer la maleta, ¡qué poco pesaba ahora!, cerrar la puerta y marcharse de casa. El viejo de recepción le dio la llaves de la habitación 205 que pagó por adelantado. La misma habitación de hostal de la noche anterior y la anterior, la misma cama de somier chirriante, el mismo armario, idéntico olor de madera húmeda. Abrió la ventana, se quitó la ropa y se fue a la ducha. Alguien escuchaba a Tito Rodriguez, las ondas atravesaban los tabiques que aprovechaban la sonoridad del baño. Camila salió a comer algo, el viejo de recepción, sin perder de vista su escote, le recomen

Angelitos al cielo.

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Hoy todos los angelitos del mundo se suben al cielo, hartos de tanta tontería mundana, de tanta filosofía barata, las alas ajadas y un punzante dolor de estómago que no se pasa ni con metamizol magnésico inyectable. Podría parecer preocupante, el asunto es serio desde luego, pero las alas están hechas de nubes y en contacto se reparan mutuamente, forman grandes figuras esponjosas en el cielo: conejos saliendo de chisteras, un saxofón, el dragón chino, un hombre gordo con paraguas. La dieta celestial, rica en potasio y hierro por la alta concentración de polvo de estrellas, tiene efectos casi inmediatos y la recuperación es prácticamente instantánea. Ese es mi consuelo, los echaré de menos.

el guión.

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Comencé a arrugarme cuando El deseo productions se interesó por mi historia, hace al menos seis meses, a raíz de un encuentro casual en el almacén del club, donde "re-ponía" fuerzas, con no sé qué director ejecutivo, (al que desde ahora llamaré Lucho por su nariz aguileña). Apenas recuerdo la conversación, el nivel de alcaloides en sangre superaba la dosis habitual que aderecé con un poco de mdmda. Aquella noche celebraba algo, algo caliente, efímero, algo que flotaba en el aire y se desvaneció a la velocidad de un fuego fatuo. Reproduzco el primer fragmento del guión que ha llegado esta mañana. FUNDIDO A: 1. INTERIOR DEL CLUB DE ALTERNE CIROS - POR LA MAÑANA Una recién nacida mama ansiosa el pecho de una puta que ejerce de nodriza, los ojos cerrados, saboreando hambrienta la vida. El zoom de la cámara se aleja de la cría y capta el interior de una habitación del club: cerrado y sin clientes. Las chicas, en movimiento, parlotean animadas sobre cosas intrascendentes y la obse

N-340

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La sucesión de períodos convulsos continuó aún con la llegada de la glásnost; el Golpe de Estado y la Guerra de Chechenia vinieron a confirmar los augurios vaticinados por la koлдүньЯ de la Ostrov Vajgac, una pequeña isla que separa los mares de Barent y Kara. El nombre de la bruja es impronunciable, he intentado reproducir su nombre en cirílico. A través de su conocimiento de las mancias, particularmente la dactilomancia, expuso el destino de Erika a los vaivenes de Fortuna con la única protección del anillo-oráculo y un absurdo ritual, a 100 rublos la hora, que terminaba con un baño en las gélidas aguas purificadoras y derivó en neumonía. La interpretación dada al vuelo de los pájaros hacia el oeste, al movimiento oscilante del anillo-oráculo y a las cartas de San Petersburgo era clara: tras los años de penurias el cambio era inminente, un nuevo camino esperanzador la alejaba del infortunio helado hacia un nuevo lugar bañado por el Mediterráneo, donde siempre brilla el sol y esperaba