Cucarachas nº 2.
Las mañanas son confusas tras una noche de borrachera. Pasó lista a sus cosas, estaba todo, el bolso, los zapatos, la ropa y un par de cervezas vacías adornando la alfombra. Seguramente Camila se acostó bebiendo. Intentó levantarse, le dolía todo el cuerpo de los días de viaje, de los jhonnies-cola. La lluvia pesada seguía cayendo, olía a tormenta. La cosa no empezaba mal, primera noche en la ciudad y ya tenía trabajo; limpiaba el club antes de abrir y de vez en cuando ayudaba en la barra por 20 euros la noche más propinas, pronto fueron muchas, crecieron al ritmo de su escote. Poco a poco se fue acostumbrando al humo espeso de las horas ebrias, a la plaga de cucarachas que se colaban por las rendijas de los sumideros, las grietas del almacén, por entre las neveras y las botellas de cola que luego mezclaba con jhonnie. Camila mata cucarachas con la misma pasión con la que despacha pretendientes, indispensable la mirada de desprecio, la víctima ha de saber que no habrá compasión, que su...