Cucarachas nº 1.

El tren se detuvo en la última estación, los pasajeros recogieron sus bultos y salieron unos detrás de otros, bajando del vagón en fila para formar luego una manada hacia la salida: los primeros consiguen un taxi mientras los demás esperan, fumando cigarrillos light. Camila decidió caminar hasta el hostal más próximo, le crujía el estómago, protestaba por las horas de retraso y los 2 días sin comer.
Recordó el momento de hacer la maleta, ¡qué poco pesaba ahora!, cerrar la puerta y marcharse de casa.
El viejo de recepción le dio la llaves de la habitación 205 que pagó por adelantado. La misma habitación de hostal de la noche anterior y la anterior, la misma cama de somier chirriante, el mismo armario, idéntico olor de madera húmeda. Abrió la ventana, se quitó la ropa y se fue a la ducha. Alguien escuchaba a Tito Rodriguez, las ondas atravesaban los tabiques que aprovechaban la sonoridad del baño.
Camila salió a comer algo, el viejo de recepción, sin perder de vista su escote, le recomendó un par de sitios y un club cerca de allí. Este podría ser un lugar, como cualquier otro, en donde pasar una temporada. Era temprano, dos parejas bailando en la pista C´est Magnifque, sombras en los reservados y un cuarentón bastante apetecible discutiendo animadamente con el barman. Directa a la barra se sentó a esperar su jhonnie-cola , el segundo fue cortesía del cuarentón, así que se acercó, hilando telas de araña, para darle las gracias.
- Es la primera vez que te veo en el club, el cuarentón prefería ir despacio, tantearla antes para saber hasta dónde podía llegar con ella.
- Estoy de paso, puede que me quede una temporada.- Camila terminó de liar, encendió el cigarro- este es un lugar tan bueno como cualquier otro. Tengo una habitación en un hostal muy cerca de aquí.- Camila obviaba el compás, variaba los tempos a su antojo y en medio de un adagio descargaba con un presto. Camila desafiaba al tiempo.
- ¿A qué te dedicas?. Camila lo miró, maldita pregunta, siempre la misma maldita pregunta.
-Mato cucarachas.- Esa noche Camila decidió dormir sola. Por la mañana llovía.
(Fotografía de Lillith Leda por Erick Kroll).
Comentarios
(Camila la asesina de cucarachas cuarentonas apetecibles)
Un beso, sles
un saludo.
macacolandia... Camila y una servidora conocemos bien los hostales de mala muerte, de ahí la vocación de Camila y mi colección de toallas ásperas y desgastadas. Saludos.