Nacimiento, muerte y resurreción.

Desde el otóño en el que me encerré apenas me había asomado a la ventana; tras las persianas bajadas.

El dolor a veces es placentero pero da más placer la vida: el humo de rubio entre las llaves de un saxo.

Si cierro los ojos se me inflama el pecho: mezclo dolor y certeza; vivimos de momentos únicos que se repetirán pero no de la misma manera... distintos olores, distinta luz, distinta piel, distintos los dos o los tres, yo distinta; en el fondo reconforta.

Cuando ya nada importe podremos aferrarnos a esta idea al tiempo que No te salves de Benedetti.

http://www.bauleros.org/notesalves.html

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